El retorno de Jason Bourne era promisorio. No solo implicaba que Matt Damon recuperaría su sitial, tras ser reemplazado en una cuarta película que solo potenció una idea: una entrega de esta saga sin el personaje titular no vale la pena. Asimismo, también prometía por el hecho de implicar el retorno del director Paul Greengrass, quien previamente se encargó de elevar a esta saga con Supremacy y Ultimatum.

A pesar de que esta película presenta a algunas de las mejores secuencias de acción de este año, aún teniendo consigo la carga que implica para las pupilas la manía por la «cámara con Parkinson» de Greengrass, la historia simplemente no responde satisfactoriamente a la mayor interrogante de todas: ¿Era realmente necesario que retornase Bourne?

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Jason Bourne, la quinta película de esta franquicia, deja la sensación de que el aporte novedoso no es mayor y que lo visto en el cine es un fallido intento por capturar nuevamente en la botella a ese rayo que influenció en todo el género de acción durante la década pasada. A grandes rasgos, no se justifica nunca y esa era su principal desafío.

En ese ámbito, la historia de esta secuela presenta un mundo en el que la CIA es más poderosa que nunca pese al traspié de sus operaciones encubiertas. Además, Jason Bourne vive de las migajas, escondiéndose de la sociedad en lugares recónditos en donde se gana el sustento en peleas de todo vale clandestinas.

El problema es que un fantasma de su pasado (Julia Stiles) descubre fácilmente una nueva operación clandestina, que es tan peligrosa como para que sea necesario el ansiado retorno. Ese que da el espacio para que algún personaje pueda decir: «Oh, dios mio es Jason Bourne«.

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El problema es que esa nueva operación termina como algo secundario. Para adornar ese entramado, la historia escrita por Paul Greengrass  y Christopher Rouse genera un gancho con más pinta de refrito que otra cosa. Sí, tras la tercera parte está claro que Jason Bourne «lo recuerda todo», pero en esta ocasión destapan un secreto «que desconoce» y que está relacionado con su transformación en la operación Treadstone. Un secreto de su pasado relacionado a una confabulación que incluyó a su propio padre.

A partir de ahí, la historia de Jason Bourne se transforma en un despliegue tipo Bond alrededor del mundo, en donde las locaciones se multiplican mientras todo decanta a una inevitable y predecible sorpresa que incluye a un agente tan peligroso como Bourne (Vincent Cassel), una  analista de la CIA dispuesta a hacer lo correcto para escalar posiciones (Alicia Vikander) y un director de la CIA (Tommy Lee Jones) manejando los hilos con una sola misión: matar al peligroso ex operativo descarrillado.

El resto se lo pueden imaginar y probablemente acertarán en la resolución de su historia, que además está influenciada por toda la polémica de Snowden, ya que la nueva operación secreta que buscan implementar involucra a una gran compañía de Internet y la posibilidad de espiar a la ciudadanía sin ningún tipo de traba. El bien de los Estados Unidos y su seguridad por sobre la libertad.

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En otro ámbito clave, la acción en Bourne siempre ha separado aguas. Aunque hay quienes valoran la experticia de Greengrass, su cámara tambaleante y los cortes de edición siempre han generado un grado de rechazo entre aquellos que preferimos una acción más clara que solo una mera ilusión de frenetismo.

Pero aquí uno sabe a lo que va. Por eso, cuando el personaje de Matt Damon entra en combates uno a uno, o hasta en acciones para evadir la potencia tecnológica de la CIA que lo intenta ubicar, la película funciona. Te trae al recuerdo al Bourne del pasado, más allá de que a esta altura del partido su estilo de acción ya no sea ni tan novedosa ni tan revolucionaria como lo fue en el pasado.

Sin embargo, en su gran secuencia final, la película de lleno cae en lo poco original, generando un deja vu que no es propio de esta franquicia pues se siente la influencia que ejerce el éxito que actualmente domina a la acción en Hollywood. Y es que en el inevitable enfrentamiento final de Jason Bourne, la típica gran secuencia que caracteriza a este género, uno siente que está viendo algo pirotécnico más digno de Rápido y Furioso, que de la acción de espía contra espía que caracterizó en el pasado a esta saga.

Aún considerando que la secuencia de persecución automovilística en Las Vegas es espectacular, y el estilo de Greengrass eleva la dinámica de ver a un automóvil persiguiendo un camión blindado de los SWAT, inevitablemente uno pierde la atención en lo que está sucediendo. Lamentablemente se siente lo menos Bourne de toda la película.

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Además, teniendo en cuenta que es mejor que el spin-off anterior, y eso es lo mínimo que podría haberse esperado, también hay que recalcar que en esta secuela nunca están a la altura de las tres primeras entregas de la saga. Y pese a que está por sobre cualquier película genérica de acción que llega al cine, aquello no basta.

Lo claro es que esta nueva Bourne tenía una misión aún más difícil que desenterrar el pasado de su protagonista. La necesidad de validarse era la gran sombra sobre esta producción, que lamentablemente nunca justifica satisfactoriamente el retorno de Bourne. Más aún, deja en claro que no bastaba solo con el retorno de Damon ni Greengrass ni el Extreme Ways de Moby al final de los créditos.

Necesitaban una historia más atractiva y aquí no cumplen, ya que nunca logran conectar bien la confabulación del pasado de Bourne con la trama del nuevo plan secreto de la CIA. Quizás con solo una bastaba, ya con ambas se siente el relleno para justificar su propuesta moderna, que pone un freno a su escalada de acción que termina sintiéndose redundante.

Para una saga que fue tan fresca, innovadora e influenció tanto a la acción, eso provoca que esta secuela se sienta más como un pre-calentamiento para un futuro nuevo retorno más auspicioso en donde el personaje principal deje de escapar. Eso sí sería novedoso y no algo olvidable, que es lo peor que le puede pasar a Bourne.

11 pensamientos

  1. Y no nos olvidemos la muerte de la chica y yo cambiara lo «correcto» por lo «necesario» para escalar posiciones porque la analista no es una santa en todo sentido…

  2. uu que pena, creo que si bourne regresaba era para precisamente entrar en modo «leyenda» y no seguirle rebuscando a su pasado que ya supuestamente habia quedado claro en ultimatum, bueno, quizas solo la relacion con nicky :(

  3. La miro este fin de semana, a ver que tal, yo soy de los que queria que volviera este trio en gloria y majestad (Damon, Greengrass y Moby)

  4. Si hay una secuela que esta en veremos por los numeros de taquilla, ver a un Jason Bourne operando dentro siendo parte de la CIA y destapando mas bellezas.

  5. La vi este fin de semana sin esperar nada y la verdad lo pasé increíble. La secuencia en Las vegas es demente y el estilo frenético realmente arma la película. Lamentablemente coincido en que el guión es flojo y no justifica reabrir una franquicia que ya tuvo su broche de oro. Igual, el final me gustó ya que no te deja colgado para una innecesaria secuela. Si todo termina aquí, esta película sería una anécdota simpática que no daña a nadie.

  6. me quedo con la Anterior de Jeremy Renor, por lejos la peor de las 5, solo porque se queda muy corta de trama, algunas escenas, en especial la persecución en Grecia es muy buena, pero me desilucionó bastante!

  7. La vi, y quiero decir que toda esta saga me parece un desperdicio de tiempo.
    Alegan que esta película no tiene nada que ofrecer y es igual a las otras, pero nadie dice que la 2 es igual a la 1 y la 3 es igual a la 2 que a la vez es igual a la 1. O sea, dense cuenta, la saga nunca ha tenido nada que ofrecer. Es la misma película que se repite una y otra vez.
    Aparte de acotar que Jason Bourne es uno de los personajes más desagradables del cine (amargado, antipático, violento y más fuerte e inteligente que todos los demás, sin nadie que lo ponga en aprietos ni le haga sombra) y los pocos personajes femeninos que aparecen son más prescindibles que una cascara de nuez. Nunca he entendido donde hallan la genialidad.

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