Lo primero que destaca del final de Final Crisis, aparte de que muchos lectores la catalogaran de ultra complicada, radica en que Grant Morrison logra encausar de forma no tradicional los argumentos presentados en esta mini serie. En ese sentido, el estilo de narración del comic – como ha sido la tónica – es lo primero que confunde: saltos temporales contados por diversos narradores, de esos pequeños grandes momentos que han conformado Final Crisis. Sin embargo, el asunto no es ni tan complicado, ni tan confuso.
Debido a los sucesos que llevaron a Darkseid a atravesar el corazón del multiverso y dejar un agujero negro en la existencia, el relato va y viene. Futuro, pasado, presente. Todo mezclado en medio de un viaje a través del multiverso y la saga definitiva que cierra el ciclo iniciado por la Crisis en Tierras Infinitas en torno a los Monitores. Para no ser igual de complicado que Morrison en el análisis, la dura tuve que hacer tres lecturas para ordenar mis ideas, haré una guía de sucesos importantes en esta reseña llena de spoilers:
En síntesis, este último número nos presenta como el espacio/tiempo se desdobla y todo se transforma en Darkseid. Es el día que el mal ganó, solo para perder la rápidamente la revancha frente a la útima esperanza. Algunos sobrevivientes logran refugiarse en la Watchtower, en donde comienzan a recontar los sucesos que llevaron a la confrontación entre Superman y Darkseid. Un hecho interesante es que es en este momento en el que el señor oscuro dispara la bala hacia el pasado que asesinó a Orion. además, es en ese cara a cara que queda más claro que nunca que a estas alturas Darkseid lo es todo: ‘mátame y matarás a toda la humanidad’. Todo esta perdido. Sin embargo, gracias a la intervención de Los Flashs, quienes lograron arrancar de la muerte representada por el Black Racer, la forma corpórea del señor oscuro pierde su fuerza ante el impacto contra el corredor negro.
Al mismo tiempo, otro de los factores interesantes radica en torno a Lord Eye y todo el plan generado a partir de los Atoms (Sí, nuevamente dos héroes portando el mismo emblema representando el legado de los superhéroes DC). El multiverso se une a través del plan de Checkmate para enviar a los sobrevivientes a un mundo paralelo. No obstante, sus intenciones son un completo fracaso y todo cae frente a las hordas de Darkseid. Hawkman, una vez más, muere junto a Hawgirl para detener una reacción en cadena, mientras varios héroes son enviados a Tierra Zero. No me pregunten más al respecto, porque solo se da a entender que ellos están bien y así lo deja claro Rene Montoya luego de unirse al ejército de Supermanes del Multiverso.
De regreso en el campo de batalla, Darkseid recibe la ayuda de las Furias comandada por la Mujer Maravilla y el grupo de supervillanos controlados mentalmente liderados ahora por Lex Luthor & el Dr Sivanna. Superman contra la armada definitiva del mal. Sin embargo, Luthor demuestra su verdadera intención y ayuda al hombre de acero. Por otro lado, gracias a una inoculación de Frankenstein – en donde la muerte no es afectada por el virus que dominaba a los metahumanos – la Mujer Maravilla es liberada y esta, con su lazo de la verdad, libera a todos de la ecuación anti-vida.
Tras la batalla con Darkseid, existe una escape hasta la Watchtower en donde transcurre un largo período de tiempo. Ahí, a sabiendas que la realidad se acaba, Lois Lane se encarga de contar la última historia de los hombres para crear una cápsula con toda la información pertinente a la última historia de la humanidad. Y es que el señor oscuro no es derrotado pese a la liberación, y domina toda la realidad con su espíritu, mientras las barreras de la Watchtower comienzan a caer poco a poco con los últimos sobrevivientes. Sin embargo, el hombre de acero recuerda cada transistor de la Miracle Machine.
Así, los seres humanos comienzan a actuar como dioses: a través del conocimiento, recrean una máquina con el poder de un dios. Una máquina para pedir un deseo. Mientras Superman queda como el último sobreviviente, y todo el resto al parecer entra en un proceso de hibernación, Darkseid se adueña casi completamente de la existencia. El hombre de acero, elevado a una especie de icono de la luz y la esperanza, logra destruir al señor oscuro pidiendo un deseo con el que la resonancia del multiverso crea música gracias a la ecuación de la vida para derrotar la amenaza. Me emocioné.
Sin embargo, y quizás este es el punto en donde uno queda con la impresión de que faltaron más páginas, cuando toda la existencia esta acabada en un universo oscuro y herido, mientras el hombre de acero a duras penas intenta hacer funcionar la máquina nuevamente utilizando el elemento X de los Nuevos Dioses alojado en la silla de Metron, aparece el monitor oscuro Mandrakk. Sí, el mismo que apareció en la locura metatextual de Superman Beyond.
Mandrakk, representante de toda la influencia editorial-autoral que modifica a los personajes, el mal oscuro alojado tras la apariencia de un chupasangre, debe lidiar ante un nuevo deseo del hombre de acero y la aparición del ejército de Supermanes del Universo, una reunión de baterías solares que enfrentarán a la oscuridad. Junto a ellos, la llegada del Monitor Nix Outan y el arribo preciso de los Linternas Verdes escenifica la última batalla. El poder de los Supermanes debilita al monitor oscuro, la última amenaza del mal, para que los héroes esmeraldas den el golpe final (¿Será eso un preámbulo de Blackest Night?).
Finalmente, el reporte final de los monitores revela los sucesos posteriores en donde la coherencia fue restaurada y las anomalías fueron corregidas (signo de un reinicio en ciertos personajes). Tras la batalla final, luego del informe en que se despiden los monitores de la intervención sobre el multiverso en lo que fue su crisis final, Superman pide su tercer deseo y, tal como lo había prometido, arranca el tiempo.
En general, el gran pero que queda de este número es que uno queda pidiendo más páginas o que el evento hubiese tenido más números para desarrollar las ideas tanto de Superman Beyond como de Final Crisis. La confrontación final contra el mal representado por el monitor oscuro se siente menos épica de lo que debería ser. Pero quizás también eso radica en el hecho que Morrison decidió contar una historia alejada de los clásicos parámetros de los macroeventos que no es ni tan confusa, ni tan extraña, pero si queda a la interpretación de cada uno en varios momentos, en medio de su constante homenaje al mundo de Jack Kirby. Además, el arte de Dough Mankhe le da un tono especial al número, mientras se nota claramente los cambios de coloristas que fueron utilizados (fueron siete en total).
Por otro lado, las consecuencias de Final Crisis son claras: desde lo que sucede con los héroes desaparecidos y muertos tras el evento (Desde el Detective Marciano hasta Batman), hasta el cambio de realidad/arreglo de continuidad expresado en forma clave en el discurso final de Nix Outan en medio del fin de los monitores. Y no, esto no fue solamente un sueño como algunos argumentan. Para finalizar, durante una reciente entrevista de Grant Morrison con motivo de este número, dejo de manifiesto que el único cambio que le pidieron fue un epílogo que deja la puerta abierta para el futuro. Ello a pesar que escenifica lo que sucedió en el pasado entre Anthro y cierto héroe que fue sumido en la Sanción Omega y debería morir y resucitar constantemente en el peor de los castigos: