Review: Honor y Orgullo

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Las películas de policías están realmente trilladas. Dan vuelta en lo mismo y es bastante raro que logren destacar. “Honor y Orgullo” (Pride & Glory), estrenada esta semana, tampoco lo logra. Ni por cerca. Pese a tener un elenco, comandado por Edward Norton, que por nombres atraería a cualquiera, la historia previsible termina aplicando a los mismos clichés de este género desgastado.

Repetida hasta el cansancio. Siempre los departamentos de policía gringo tienen un caso de corrupción terrible. Siempre vemos como sus vidas se doblan entre el lado afable de sus vidas hogareñas y el lado oscuro de su día a día en las calles. Es una fórmula tan conocida, que uno sabe como reaccionar y encontrar al culpable en un juego que ha perdido cualquier tipo de sorpresa.

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Aquí la historia se centra en una familia con la sana tradición de transformar a cada uno de sus integrantes en oficiales de policía de Nueva York. El padre (Jon Voight) es el jefe, su hijo mayor (Noah Emmerich) es su probable reemplazante y el vástago descarriado (Edward Norton) se ha mantenido alejado de la acción por un oscuro secreto. Y claro, debe volver a la acción el día que cuatro oficiales, son eliminados en una masacre sin razón aparente.

En ese escenario, nos presentan los clásicos sucesos: el personaje de Norton debe lidiar con las acciones del resto de colegas, quienes quieren cobrar la venganza comandados por su energúmeno cuñado/policía (Colin Farrell). Todo eso al tiempo que descubre un caso de corrupción que amenaza a su familia y todo el departamento de policía. Claro, porque todo tiene relación con todo.

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Tampoco ayuda a que la “gran gracia” radique en centrar todo su accionar en los códigos morales de la relación del buen policía/mal policía. Sin embargo, el guión se hace tan soso, tan desganado, que las “sorpresas” y giros se transforman en obviedades, dejando todo en un largo y previsible epílogo. Aunque cuenta con buenas escenas de tensión, una que otra secuencia interesante en términos de investigación y buenas actuaciones, la película queda reducida al espacio del “más de lo mismo”. Sí, cuenta con ideas interesantes, pero estas son repetidas y nunca terminan de cuajar.