Review: Espejos Siniestros (Mirrors)

Todo un tratado de cómo no hacer una película de terror podría ser realizado a partir de Espejos Siniestros (Mirrors) el estreno que trae a Jack Bauer, digo, Kiefer Sutherland, de regreso a la pantalla grande en una experiencia floja, trillada, previsible y que, a la larga, no termina aportando nada a un género en el que gringolandia poco entrega. Claro, la película tiene buena producción y todo lo que uno podría argumentar a favor pero, y aquí viene el gran pero, toda la historia del terror detrás de los espejos es un cliché que queda fuera foco gracias a un guión más flojo que la mandíbula de arriba (que a fin de cuentas tiene relación con la única gran escena que podrán ver en estos Espejos Siniestros).

A esta situación tampoco aporta que estemos en presencia de un nuevo remake de una película asiática (Into the Mirror). Aunque puede que los originales no sean ninguna obra maestra, como en este caso, la historia pierde en el traspaso sí o sí debido al estilo “tengo que explicarles todo” del cine estadounidense. Peor aún, Alexandre Aja recurre al mismo estilo visceral de sus trabajos previos (Alta Tensión, The Hills Have Eyes) en donde la coherencia pasa a segundo plano por sus artilugios visuales en pro del gore. Pese a las expectativas que se podrían hacer por ver un trailer por aquí, una escena sangrienta por allá, la pobrísima experiencia que genera esta película queda reducida a un mero trámite.

De este modo, Kiefier Sutherland interpreta a Ben Carson, un ex detective afligido por haber asesinado accidentalmente a un compañero. Sumido en el alcohol, alejado de su familia y luego de tocar fondo, decide volver a rearmarse trabajando como guardia de seguridad de un gran edificio semi-abandonado. Allí, da cuenta que su trabajo es reemplazar el turno de la guardia nocturna luego que su predecesor se suicidase en extrañas circunstancias. Obviamente, los espejos del lugar parecen tener vida propia y comienzan a atormentar su día a día. Cuando se da cuenta que las cosas están mal, comienza a retomar sus dotes de investigador para develar los misterios que eviten que su familia sea alcanzada por el terror tras el espejo.

Los clichés están por todos lados. Edificio vacío, guardia de seguridad aventurándose a la oscuridad con una linterna, palomita asustando de la nada, ¡hay que susto!. Clichés tras cliché, recursos tan vistos, tan revisados, tan usados, que terminan adentrándose en el inefable terreno de la incoherencia. Claro, el guión utiliza excusas muy pobres para tener al personaje principal resguardando un edificio casi destruido, pero para peor el desarrollo también es previsible. Todo es una mala excusa para los clichés de una fórmula que saca lo peor de la estructura de terror asiático: introducción, personaje debe investigar que sucede, fin.

En ese sentido, la construcción de personajes y los diálogos son deficientes. Ahí tenemos a Jack Bauer tratando de no parecerse a Jack Bauer, pero siendo de manera inevitable Jack Bauer. A ello no ayuda que el guión desarrolle emociones de papel en donde existe una necesidad por explicarlo todo, redundando en el terreno de siempre: explicar lo explicable hasta el cansancio, por lo que lo inexplicable termina siendo una anécdota.

Las explicaciones de la maldad tras el espejo son trilladas, a veces incoherentes, y las secuencias de misterio en torno a los espejos pocas veces logran puntos rescatables. O sea, cuando te explican que el agua refleja las imágenes, es como mucho. Como consecuencia de lo anterior, lo más rescatable son las muertes. Efectos visuales y prácticos unidos en el ámbito de lo explícito, en desmedro de la violencia efectiva.

Con todo el montón de incoherencias, actuaciones y relaciones de papel, diálogos chantas, situaciones previsibles, es decir, todo lo que uno encuentra de forma clásica en los remakes de películas de terror asiático, Espejos Siniestros logra ciertos visos de entretención burda que hacen que los 110 minutos de duración no sean tortuosos. La batalla final es una cuchufleta entretenida de principio a fin (spoiler menor: posesión maléfica-religiosa chistosísima), aunque eso no impide que el burdo epílogo arruine el momento. En definitiva, y con tanto cliché por doquier, antes de gastar en la entrada, mediten un poco frente al espejo. Obviamente, tenía que terminar con un lugar común.

5 Epic Win/ 4.5 Win / 4 Buena / 3.5 A la Segura
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