Que David Lynch está medio loco y es un trasgresor, no lo vamos a descubrir aquí. Muchos dirán que sólo se entiende él. Yo solo digo que, a base de su experimentación, ha plasmado sus propias inquietudes en el celuloide, convirtiéndose en un director de culto. Con eso en cuenta, podría elegir muchas de sus escenas que dejan con un nudo inquietante en el estomago. Pero tengo claro que una siempre es la que destaca. Al menos, está es la más conocida: Rebinemos a 1997 para ver a Robert Blake, que daría un capitulo entero para hablar de maldades, quien en Carretera Perdida (Lost Highway) encarna un enigmático hijo de su madre en oposición a Bill Pullman.

La escena en cuestión es clásica. El Mystery Man (Blake) se encuentra en medio de una fiesta con Fred Madison (Pullman) entablando un poco de cháchara. En un momento, Blake le dice que, en este momento, él se encuentra en la casa de Madison. Este de inmediato le responde que está loco. Claro, ¡Se encuentra frente a él!. Blake le entrega un celular y le dice que marque el número de su casa. Y adivinen quién le contesta. MUA-HA-HA-HA-HA. Escalofriante a cagar.

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