
Quantum of Solace, lejos el gran estreno que queda este año, es bastante entretenida. Es más de lo que uno podría esperar, teniendo en consideración algunas reseñas que aparecieron. Y sí, tiene buenas escenas de acción, sobre todo durante los primeros 30 minutos, y a lo largo del metraje mantiene el estilo parkour- visto de gran forma en Casino Royale – aunque nunca tan espectacular. De hecho, ahí radica todo el asunto con esta nueva entrega del agente secreto de su majestad. En la balanza, como era de suponer, sale perdiendo luego de la sólida demostración de la anterior película.
Para dar a entender mejor esta situación, aquí existen secuencias en donde la edición nunca logra mediar entre la revitalización vista en Casino Royale y lo que intenta proponer su director, Marc Forster. Existen quiebres de ritmo que descolocan y, para peor, la secuencia del gran enfrentamiento final es desabrida. A ello aporta bastante un guión que nunca termina de cuajar. De este modo, Quantum of Solace podría ser dividida en dos: lo sólido que sucede antes de lleguen al desierto boliviano (sí, con todas sus letras), y lo que pasa cuando la película intenta llegar a los créditos finales lo más rápido posible.
Lo mejor, lejos, es Daniel Craig en el rol de James Bond. Sostiene toda la película con su presencia y, aparte, consigue establecer una maduración en 007. Además, opaca tanto al resto de personajes que estos pueden ser catalogados como meros adornos, salvo una que otra excepción. Incluso el villano – interpretado por Mathieu Almaric – nunca representa mayor amenaza, frente a un Bond realmente letal. Ah, sí, para los que preguntarán, el desierto se ve bonito. Y mejor dejo hasta aquí, que me alargo mucho. El resto léanlo en la reseña.
Quantum of Solace se estrena esta semana en Chile, una semana antes que en Estados Unidos. Hermoso.